NAVIDAD DE DÍA, NAVIDAD DE NOCHE
La estación de Metro de la Puerta del Sol de Madrid ya no se llama SOL, como había sido durante toda la historia del Metro de Madrid. Ahora se llama VODAFONE SOL. No haré comentarios al respecto porque hay cosas que no hace falta comentar. Hablan por sí solas.
Esta es una de ellas.
A pesar de todo, sigue un siendo un lugar emblemático de Madrid, con ese edificio que hoy es sede de la Comunidad de Madrid y que hace unos decenios era sede del Ministerio de la Gobernación (ver Luces de bohemia, de Valle - Inclán, esa obra teatral que antes todos los jóvenes leían antes de acceder a la Universidad y que ahora ya no leen, no sé por qué. Se pierden algo muy importante: palabras, el esperpento, la deformación grotesca de la realidad convertida en literatura, es decir, en mayor realidad aún) , sede también de torturas en sus calabozos.
En Navidad, se coloca ahí el árbol.
Un árbol que no es un árbol.
Este año está hecho de bombos de la lotería. Esa que se sortea mañana.
Yo no juego a la lotería, pero a pesar de ello, me ha gustado el árbol. A lo mejor por esa razón, porque en ese triángulo isósceles, dorado, cónico, somos capaces de ver un árbol.
Aunque en nada se parece a un árbol
A lo mejor esa es una de las cosas más hermosas de la Navidad, que vemos lo que no hay.
Y disfrutamos con ello.
Una hora después de la foto anterior, tomé esta otra, la de abajo. La bola que pende entre dos casas de la calle, se ha convertido en una luna llena sobre el cielo de Madrid.
Y el árbol es aún más dorado.
Y la poca calidad de mi cámara de Samsung Android ha hecho que las manecillas del reloj hayan desaparecido.
Como si el tiempo se hubiera detenido.
Como si la luna la tuviéramos ahí mismo, al alcance de la mano.
Como si unas bombillas sobre un metal dorado transformaran la nada en un árbol de la abundancia.
No está mal.