La televisión española está llena de tanta basura que dan ganas de tirar el aparato al contenedor.
Pero claro, ni el contenedor municipal, ni el continente (entiéndase por "continente" el aparato de cuatro esquinas con pantalla de plasma y marco generalmente negro) tienen la culpa del contenido con el que nos martirizan, y toman el pelo (entiéndase por "pelo" nuestro dinero como contribuyentes) los dirigentes de la televisión, y los periodistas que se venden, porque hay que comer todos los días. Y llenar las tuberías del fruto de nuestras digestiones.
Se permiten cambiar uno de los programas tradicionales como "Informe Semanal" de horario. Y todo para emitir uno de esos concursos en que alguien quiere ser famoso y canta y baila para serlo. O para intentarlo. Como si por ser famoso, uno no fuera a engrosar la lista de los funerales del tanatorio.
O el coro de los ángeles.
Nos dan noticias, que nadie comenta, de las que nadie hace reportajes: forma sin contenido. Les encanta.
Nos anuncian a bombo y platillo que una cuadrilla de "famosos sin causa" van a aprender a bailar a costa de nuestros bolsillos, para entretener a un pueblo ávido de espectáculos, y harto de ver a hombres grises con corbata delante de un micrófono hablando todos los días de lo mismo.
Y a la vez estamos hartos de los hombres grises delante de un micrófono, y de los "famosos sin causa": ni unos ni otros tienen nada que decir, pero a unos y a otros les pagamos. A mí, lo que les paguen las cadenas privadas me la trae al pairo, la verdad; pero que sea la televisión pública (perdonen que no ponga mayúsculas, es que las letras mayúsculas hay que merecerlas) la que pague dinerales y les dé micrófonos a personas que no han hecho nada por merecerlo (como las letras mayúsculas), a mí, personalmente, me saca de quicio.
Porque es mi dinero, el de los contribuyentes, el de los parados, el de los médicos y profesores que no contratan, el de los jóvenes a los que les hemos pagado unos estudios y se tienen que marchar al Perú. O a Chile, o a Alemania. Por ejemplo.
Hoy nos anuncian a bombo y platillo que mañana van a emitir una ópera del Teatro Real a las 23 horas. O sea, a las 11 de la noche. O sea, que terminará a eso de las 2 de la madrugada.
¿Nos toman el pelo? ¿Nos dan cultura a una hora a la que casi nadie puede verla?
Alguien pensará eso de "se puede grabar".
¿Y?
Lo que pasa es que "dan" cultura porque tienen una cuota para culturizar al pueblo, pero lo hacen a una hora a la que hay que dormir.
Porque así, la cultura duerme, que es como mejor está: calladita y dormida, como los bebés.
Nos toman el pelo con nuestro propio dinero.
Son tan arrogantes que nos dan basura a la plebe y se creen que están por encima de ella.
Nos dan basura que engullimos y defecamos.
La disfrazan con trajes de época, o con lentejuelas, o con besos al aire de "famosos sin causa".
O sea, como cuando a las asas de la bolsa de la basura les hacemos un lazo.
Con lazo y todo, pero basura al fin y al cabo.
Y la cultura, a dormir. Bien calladita.
Que la cultura enseña.
Y aprender es peligroso.
Hace pensar.
Y no pongo foto porque el tema no se lo merece. Ni la televisión ni las bolsas de la basura.
Pero claro, ni el contenedor municipal, ni el continente (entiéndase por "continente" el aparato de cuatro esquinas con pantalla de plasma y marco generalmente negro) tienen la culpa del contenido con el que nos martirizan, y toman el pelo (entiéndase por "pelo" nuestro dinero como contribuyentes) los dirigentes de la televisión, y los periodistas que se venden, porque hay que comer todos los días. Y llenar las tuberías del fruto de nuestras digestiones.
Se permiten cambiar uno de los programas tradicionales como "Informe Semanal" de horario. Y todo para emitir uno de esos concursos en que alguien quiere ser famoso y canta y baila para serlo. O para intentarlo. Como si por ser famoso, uno no fuera a engrosar la lista de los funerales del tanatorio.
O el coro de los ángeles.
Nos dan noticias, que nadie comenta, de las que nadie hace reportajes: forma sin contenido. Les encanta.
Nos anuncian a bombo y platillo que una cuadrilla de "famosos sin causa" van a aprender a bailar a costa de nuestros bolsillos, para entretener a un pueblo ávido de espectáculos, y harto de ver a hombres grises con corbata delante de un micrófono hablando todos los días de lo mismo.
Y a la vez estamos hartos de los hombres grises delante de un micrófono, y de los "famosos sin causa": ni unos ni otros tienen nada que decir, pero a unos y a otros les pagamos. A mí, lo que les paguen las cadenas privadas me la trae al pairo, la verdad; pero que sea la televisión pública (perdonen que no ponga mayúsculas, es que las letras mayúsculas hay que merecerlas) la que pague dinerales y les dé micrófonos a personas que no han hecho nada por merecerlo (como las letras mayúsculas), a mí, personalmente, me saca de quicio.
Porque es mi dinero, el de los contribuyentes, el de los parados, el de los médicos y profesores que no contratan, el de los jóvenes a los que les hemos pagado unos estudios y se tienen que marchar al Perú. O a Chile, o a Alemania. Por ejemplo.
Hoy nos anuncian a bombo y platillo que mañana van a emitir una ópera del Teatro Real a las 23 horas. O sea, a las 11 de la noche. O sea, que terminará a eso de las 2 de la madrugada.
¿Nos toman el pelo? ¿Nos dan cultura a una hora a la que casi nadie puede verla?
Alguien pensará eso de "se puede grabar".
¿Y?
Lo que pasa es que "dan" cultura porque tienen una cuota para culturizar al pueblo, pero lo hacen a una hora a la que hay que dormir.
Porque así, la cultura duerme, que es como mejor está: calladita y dormida, como los bebés.
Nos toman el pelo con nuestro propio dinero.
Son tan arrogantes que nos dan basura a la plebe y se creen que están por encima de ella.
Nos dan basura que engullimos y defecamos.
La disfrazan con trajes de época, o con lentejuelas, o con besos al aire de "famosos sin causa".
O sea, como cuando a las asas de la bolsa de la basura les hacemos un lazo.
Con lazo y todo, pero basura al fin y al cabo.
Y la cultura, a dormir. Bien calladita.
Que la cultura enseña.
Y aprender es peligroso.
Hace pensar.
Y no pongo foto porque el tema no se lo merece. Ni la televisión ni las bolsas de la basura.