jueves, 2 de enero de 2014

FLORES QUE ROMPEN SILENCIOS

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Los poetas románticos paseaban por los cementerios. Y por las ruinas. Y disfrutaban de la contemplación de las tumbas abiertas.

Yo de esto último no disfrutaría, la verdad. Algún día os contaré una experiencia al respecto que aun hoy me pone los pelos de punta. Una historia que estoy contando en la novela que estoy escribiendo, y que fue un cuento un día. Y una carta al Ayuntamiento de Zaragoza antes de convertirse en cuento. Una carta que no obtuvo respuesta. Por eso la convertí en relato.
Un relato que un día conté, o mejor dicho leí, en una actividad nocturna en el IAAC Pablo Serrano.

Pero ese es otro asunto. Un asunto que un día os contaré.
Lo que sí me gusta más es pasear por algunos cementerios. No entre nichos, eso no. Pero sí entre tumbas de verdad, en las que, como su nombre indica, se entierra a los difuntos.

Esta foto es del cementerio Père Lachaise, de París. Ahí está, a mi lado, la tumba de Vincenzo Bellini, el gran compositor de ópera nacido en Palermo.
Me costó trabajo encontrarla. No muy lejos de la de Chopin. Discreta. Discretísima. Alguien le había dejado una postal escrita en inglés. Alguien de Corea que admiraba sus óperas. Tal vez alguna maravillosa y joven cantante que había peregrinado hasta París para visitar su tumba.

Yo le dejé una flor. Discreta. Discretísima. Y le puse su música. Un aria de I PURITANI, que llevaba grabada en mi chisme múltiple, o sea en el teléfono inteligente.

Así que durante un minuto escaso, sonó su música sobre su tumba.
Bellini rompió su propio silencio.
Esa fue la flor que le dejé. La que él mismo hizo florecer.
Y hace florecer.

http://www.youtube.com/watch?v=xwEsUNBX3ww
Aquí en versión de Carlos Álvarez.
http://www.youtube.com/watch?v=0oaJwewgOu4
Y aquí en la de Leo Nucci.