jueves, 11 de junio de 2015

SEMANAS, MUCHAS SEMANAS. PALABRAS, MUCHAS PALABRAS.

Semanas que empiezan en Madrid y acaban en Las Hurdes.

 Semanas de libros, con Ferias, firmas, sonrisas, emociones, reencuentros, encuentros, palabras...

Semanas de kilómetros de encinas, viñedos, cerezas.

 Semanas en que te encuentras con Carolina Coronado, José de Espronceda y Juan Meléndez Valdés. ...

 Semanas en las que conoces a profesores a quienes se les debería conceder la medalla al mérito del trabajo. Y no a deportistas que nadan en la abundancia mediática y económica por tocar pelotas, de un tipo o de otro. Profesores que hacen más por la lectura y la educación en este país de lo que nadie es capaz de imaginar. Porque este país está hecho de rincones a veces recónditos y lejanos en los que se lee, mucho y bien, gracias a personas que creen en lo que hacen, y que no cobran más por ello.


Semanas en las que termino mi periplo por colegios e institutos. No sé cuántas charlas habré dado en estos meses. No las cuento. Ni tampoco sé cuántos lectores han escuchado y aguantado mis palabras: sabido es que hablo por los codos cuando me dejan. Tampoco sé en cuántos libros habré estampado mi firma con el lápiz de colores.

Sí sé que he disfrutado, que me he cansado, que me he emocionado, incluso llorado en algún momento, que he tenido que respirar profundamente para no decir lo que algunas veces habría que decir.

Desde aquí, gracias a todos los profes que seguís haciendo posible que los adolescentes lean, a pesar de un sistema que pretende que no lo hagan. A los editores, que seguís creyendo que la literatura es literatura.

 Gracias a todos los comerciales de Anaya Infantil Juvenil, que hacen muchos kilómetros y mucho trabajo que no se siempre se reconoce.

 Gracias, lectores, por hacer posible que siga emocionándome al escribir.
Y al hablar...

Foto de Ana Alcolea.

Fotografía de la escritora Paloma González Rubio, en la Feria del Libro de Madrid.