lunes, 5 de septiembre de 2016

EL SECRETO DEL ESPEJO





Septiembre viene con un libro nuevo.
El secreto del espejo.

De nuevo dos historias entrelazadas. Un pasado y un presente. Porque me gustan las historias que unen el hoy con el ayer.
Una mujer joven huye de la esclavitud a la que ha sido sometida por los druidas. En su viaje llegará hasta las costas de Hispania, y recalará en Cesaraugusta, la ciudad romana que duerme todavía bajo los cimientos de Zaragoza.
En Zaragoza, Marga y Federico deberán investigar sobre un extraño espejo y sobre los restos de un mosáico aparecidos en una villa de la época imperial.

Quien haya leído El secreto del galeón reconocerá a Marga, a Federico. Y también a Carlos y Elena. Incluso al abuelo Nicolás.
Esta vez el secreto nos llevará hasta la leyenda que se esconde al otro lado del espejo de la madrastra de Blancanieves. Incluso al otro lado del río.

El autor de la cubierta y de las ilustraciones interiores es DAVID GUIRAO, que ha hecho una lectura muy hermosa del libro, y la ha plasmado en este enigmático personaje que nos lleva al pasado. A la colmena, a las abejas, a las teselas del mosáico. Maravillosa la obra de David, como siempre. Gracias también desde aquí.

El libro está publicado por Anaya. Gracias por seguir apostando por mis arqueólogos y sus asuntos familiares.

Que lo disfruten.

lunes, 1 de agosto de 2016








Os dejo el relato que escribí para HERADO DE ARAGÓN, para la serie de VIAJES POR ARAGÓN. Salió publicado el día 17 de julio de este año.



                                                         UN CUENTO CON TREN


Mi abuela vivió su infancia entre modernas estaciones de tren y viejos campos de remolacha y de azafrán. Mi bisabuelo era jefe de estación. De su primer destino, una aldea gallega, pasó a la capital. Y de allí al Central de Aragón, que discurría entre Sagunto y Calatayud. Le tocó dirigir la circulación del ferrocarril en Albentosa, en Caminreal y en Villafranca. 

Estaba en Caminreal cuando el accidente del tren correo número seis en Luco de Jiloca. Aquella tarde de junio había habido tormenta, y la recua de niños que había parido Agustina, mi bisabuela, estaban en la cocina, secándose las ropas en el hogar. Los pequeños habían estado jugando junto a las vías hasta que ya no quedó otro remedio que entrar. El tren correo se había detenido como de costumbre a su hora. Nadie se había apeado, solo unos cuantos hombres habían bajado para aliviarse. A las hijas del jefe de la estación les gustaba meterse entre los vagones y observar lo que hacían los desconocidos cuando todos se ponían de espaldas al tren. Ver hombres con levita que hacían lo mismo que su padre les movía a chanza, y jugaban a inventarse historias sobre ellos. 

Esa tarde había llovido ya mucho, y el cielo empezaba a tronar. Oscurecía y los relámpagos cortaban el cielo en líneas caprichosas. Las niñas habían salido a jugar, pero el ruido que venía desde la casa de las estrellas las había hecho regresar a la estación. Mi abuela llevaba las enaguas manchadas de barro y el pelo chipiado. Lloraba porque le daban miedo las tormentas. Había nacido en una corrala de Madrid, donde no se oían los truenos como en aquellos pueblos de Aragón a los que los habían destinado las deudas de su padre en la capital: el sueldo del ferrocarril desaparecía entre  largas piernas y bocas pintadas. 

Vieron el tren desde la ventana cerrada de la cocina. La lluvia convertía el humo de la locomotora en una capa viscosa que cubría vagones y ribazos. Todo era gris y negro aquella tarde. Hasta las sotanas y los birretes de los curas que bajaron del vagón de primera. Las niñas nunca habían visto hombres vestidos con faldas. Mi abuela se preguntó si llevarían enaguas como las suyas. Aplastaba la nariz en el cristal para verlos mejor. Todos fueron al otro lado del tren para hacer lo que todos los hombres, pero remangándose las faldas, como hacían ella y sus hermanas. El tren siguió su rumbo a pesar de la tormenta, y todo el mundo en la estación se echó a dormir. A la mañana siguiente, el telégrafo no dejó de sonar. 


-              ¿Qué pasa, qué pasa? –preguntaron al padre, que tenía la cara desencajada.
-              El tren correo, el que pasó ayer tarde con la tormenta, ha tenido un accidente. Hay cinco muertos. La riada se llevó el puente, y el tren no pudo frenar a tiempo. Una catástrofe.
A mi abuela le dio un escalofrío: esa noche había soñado con sotanas y birretes. 

Nunca supo que aquellos tres hombres ya no existían cuando soñó con ellos. Y con sus ropas sin botones.

sábado, 23 de julio de 2016

PREMIO CERVANTES CHICO 2016





Me gusta mucho comunicaros que el Ayuntamiento de Alcalá de Henares me ha concedido el PREMIO CERVANTES CHICO 2016.

Esta noticia me llega dos meses después del fallecimiento de mi padre. Es extraño no poder compartirlo con él: siempre era el primero en leer todo lo que yo escribía. Y en conocer todas las noticias que pasaban conmigo.

De hecho, creo que estoy escribiendo ahora como si estas palabras escritas en este mundo de lo no existente fueran a llegarle. Es lo que tiene lo virtual, que los mensajes llegan tal vez hasta el infinito.




                                                                          Foto de Enrique Fantova


En cualquier caso, lo comparto con quienes podéis leer estas letras.

Gracias a los lectores por haberme permitido llegar a este Premio, que se otorga y entrega en una ciudad a la que quiero, en la que viví muchos años, y de la que guardo muchos recuerdos.
Gracias a los editores, comerciales, libreros, profesores, alumnos, que han hecho posible tantas cosas.

Gracias al Jurado del Premio Cervantes Chico por ponerme en la misma lista de autores tan queridos y admirados como Montserrat del Amo, Concha López Narváez, Ricardo Gómez, Santiago GArcía Clairac, Alfredo Gómez Cerdá, Fernando Lalana, Joan Manuel Gisbert o César Mallorquí. Me siento muy privilegiada por compartir lista con ellos.

Mucho. 

Cal y arena: la vida misma.


viernes, 8 de julio de 2016

SEMANA NEGRA DE GIJÓN

                                                                       Foto de Enrique Fantova


Ahí estaremos por primera vez. Me hace mucha ilusión haber sido invitada. Rosa María Serdio y yo hablaremos de El secreto del galeón. 

De mares junto al mar.
De los pasados que explican los presentes.
Del color y de la paleta de grises.

Semana Negra de Gijón. Todo un honor estar ahí. 


martes, 10 de mayo de 2016

LA VIDA, EL CUENTO...

Hay momentos en los que la vida nos regala su peor mueca.
Aprendí hace años que incluso en los peores momentos, las personas somos capaces de intentar crear belleza.

A veces lo conseguimos.
A veces no.

Pero el intento cuenta.
A veces más.
A veces menos.

En estos días en los que mi padre empredía su viaje final, salió publicado un relato que escribí hace tiempo en Creta.
Dentro de un libro hermoso, en el que Marina Heredia  nos ha reunido a doce escritoras aragonesas. 
HABLARÁN DE NOSOTRAS,  en la editorial "Los gatos del gato negro".

Me gusta mirar la cubierta diseñada por Ana Bendicho. El mundo del derecho y el mundo del revés.

Como la vida, que a veces está del derecho y a veces está del revés.



domingo, 21 de febrero de 2016

QUE TE PREMIEN EN CASA...

De nuevo premiada en casa.

La Asociación Cultural "Los Sitios" ha reconocido la labor divulgadora de una parte de nuestra historia a través de los libros.

Para que los jóvenes y no tan jóvenes conozcan mejor lo que tienen alrededor, aunque les duela.

En mi caso, por haber escrito una novelita que a mí me gusta mucho y que se titula Napoleón puede esperar.

Disfruté y sufrí a partes iguales su escritura. Cada paso es respirar lo que fue la ciudad de Zaragoza antes de que la sinrazón la destruyera en 1809.


Hoy se cumple el aniversario de la rendición de los defensores. Hoy muchos pudieron respirar.
Otros tuvieron que cavar fosas para los seis mil cadáveres que quedaban sin enterrar en las calles tal día como hoy.

Así fue.
Así es.
La guerra. Las guerras.

Muchas gracias a la Asociación "Los Sitios" por la memoria y por este premio.



Muy especial hablar en el Aula Magna del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.
Cuando una se siente muy privilegiada.
Gracias.