viernes, 27 de septiembre de 2013

NAPOLEÓN Y UNA AUSENCIA


Enlace permanente de imagen incrustada
Napoleón puede esperar está publicada por Pearson-Alhambra.


20121114103433-presentacion-napoleon-2-384x256.jpg

Hoy se cumple un año desde que presenté en Zaragoza mi novela NAPOLÉON PUEDE ESPERAR. Fue en el Museo de Zaragoza, uno de mis lugares preferidos desde que era pequeña.
Y estuve muy bien acompañada por Miguel Beltrán, Carmen Arduña, Carlos Alba y Lupe Rodríguez.
Y por Carlos IV, al que tenía encima de mi cabeza. Nunca pensé que presentaría un libro debajo de un rey. ¡Qué cosas!

Mi única, hasta ahora, novela ambientada en Zaragoza. Es más, en mi barrio.
Es más, en mi casa y en lo que veo desde mis ventanas.
Tres cuadros de Goya que desaparecieron durante la Guerra de la Independencia. Tres cuadros que estaban en la iglesia de San Fernando.

Enlace permanente de imagen incrustada

Pero que ya no están. Porque, o bien alguien los robó.
O bien fueron destruidos durante la guerra, convertidos en capas impermeables para los soldados, o en tiendas de campaña.
Hizo mucho frío aquel invierno de 1808.
Una historia que me fascinó desde que me enteré que allí, en mi barrio, en un lugar que veía todos los días, habían ocurrido cosas tremendas doscientos años atrás.
Porque debajo de los lugares que pisamos, en los lugares cuyo aire respiramos, hubo otras gentes que pisaron, respiraron, vivieron, murieron, y mataron.
Y eso a mí me provoca escalofríos.
Y también ganas de escribir novelas.
Gracias a los que compartisteis aquella tarde conmigo.

Desgraciadamente, ayer supe que una de las personas que estuvieron en el Museo hace un año, ya no volverá. Ella, que estuvo en la primera fila y que miraba con tanto cariño.
No podré recibir sus llamadas, ni podremos tomarnos un chocolate con churros en "Espumosos", ni recibiré sus sonrisas, sus palabras, su cariño. Nunca más. Ella fue mi primera profesora de literatura cuando yo tenía 12 años. En el Colegio Buen Pastor, en mi barrio, a cien metros escasos  de donde vivo ahora.
La reencontré con motivo de la publicación de mi primera novela, El medallón perdido, en 2001. La busqué y la encontré. Y pude decirle muchas veces todo lo que, sin ella saberlo, había hecho por mí, y por mi gusto por la literatura.
Fue hermoso tenerla cerca siempre. A través de los silencios y la distancia. Sin que ella lo sospechara siquiera. Alguien se acordaba de ella, de sus palabras, de su ánimo, del amor con el que nos contaba las aventuras de Ulises y de Aquiles.
Todo eso que guardo como uno de mis mejores tesoros.
Nunca la volveré a ver. No volverá a las presentaciones de mis futuras novelas.
Pero cada vez que escriba algo me acordaré de ella.
Y cada vez que me tome un chocolate con churros.
Descanse en paz mi querida profesora de Literatura del cole, Carmen Larena.
 

martes, 24 de septiembre de 2013

VENECIA

Enlace permanente de imagen incrustada

Esa ciudad fuera del tiempo.
Me gusta pasear por sus callejones. Como a Brunetti. El de Donna Leon. El comisario.
Como le gustaba a Casanova, con quien comparto un apellido, lo cual me encanta.
Como le gusta a tanta gente. No soy nada original en ello. Como en tantas otras cosas.
Tampoco es necesario ser original.

Ya llevo escritas dos novelas ambientadas en Venecia. Y tampoco en eso he sido original. Ni lo pretendo. ¡Qué estrés, querer ser original todo el tiempo!
A mí me gusta un sitio, lo introduzco dentro de mí, y escribo.

Aunque lo hayan hecho ya otros antes que yo. ¿Qué me importa?
Ojalá fuera capaz de escribir una buena novela ambientada en La Mancha, o en Verona, o en Troya, o en Comala.

Aunque no fuera nada original en mi elección.

Tampoco fueron muy originales las mujeres de mi familia con los nombres. Hoy es el día de la Mercè. Mi abuela se llamaba Mercedes, mi madre se llamaba Mercedes. Una de mis tías se llamaba Mercedes.

Yo también me llamo Mercedes. Además de Ana y de Ángela.
¿Y por qué le pusieron a mi abuela el nombre de María de las Mercedes? Pues porque nació cuando en Madrid todavía se cantaba por las calles el romance de la reina Mercedes. La primera mujer del rey Alfonso XII, que murió con dieciocho años.

¡Qué cosas! A ella le debemos el nombre cuatro mujeres de mi familia.


 

lunes, 23 de septiembre de 2013

IL MONDO

Enlace permanente de imagen incrustada
La passeggiata de Nervi, junto a Génova, en Italia.

Mucha gente sabe que a mí lo que más me gustaría hacer en este mundo sería cantar ópera.
Pero no tengo voz. No la suficiente. Y tampoco la he trabajado.
Canté en el coro del cole... illo tempore. Y canté en la coral "Portus Victoriae" de Santoña, en Cantabria, dos años.

También cantaba en reuniones de amigos.
Ahora apenas canto. Debo cuidarme la voz, y aunque sé cómo debo respirar, no soy capaz de controlar mi diafragma como debiera.

En ese lugar de la foto también canté. Muchas tardes, cuando se ponía el sol. Alguien tocaba la guitarra y yo cantaba.
Cantaba en italiano. Cantaba "Il mondo", de Jimmy Fontana, que nos dejó la semana pasada.
 http://www.youtube.com/watch?v=TcZ3if8iuCs

Y cantaba "Marguerita", de Richard Cocciante.

http://www.youtube.com/watch?v=KydRylshAV0&noredirect=1



Ahora no me explico cómo llegaba a los agudos. Pero os aseguro que llegaba.
 ¡Aquella guitarra de doce cuerdas me acompañaba tan bien!

Yo tenía 23 años y acababa de terminar mi carrera.
Y el sol se ponía sobre el mar en Nervi. Uno de los lugares más hermosos del Mediterráneo. En Italia. En Génova.
En mi primera Arcadia.
 

domingo, 22 de septiembre de 2013

CAMINAR SOLOS



Enlace permanente de imagen incrustada

No sé cuántas veces he hecho esta misma fotografía. Creo que cada vez que he visitado ese museo. Siempre y cuando me llevara la cámara de viaje, claro. Ahora con el móvil todo es más fácil. Ese chisme nos tiene atados a no-aquí, no-ahora constantemente. Y también facilita que hagamos fotos para no se sabe qué ni quién.

Me gusta esa sala en la que apenas está el caminante de Alberto  Giacometti y dos o tres obras más. Una de ellas de Francis Bacon quien, lo siento, no he conseguido disfrutar a lo largo de mis años. Ni siquiera después de leer un libro con conversaciones con él.

Pero los hombres alargados, de piernas infinitas, del suizo Giacometti sí los disfruto. Sobre todo, este hombre solitario, que parece que camina con paso firme a pesar de su extrema delgadez, que no fragilidad. Sus pies desproporcionados nos dicen que pisa fuerte.

Fuerte pero solo.
Al fondo, el enorme ventanal abierto al mundo. Al mundo, ese sí, infinito, al menos en apariencia. El agua, los árboles, el cielo. Todo al otro lado del cristal. Esa frontera que nos separa del resto de los hombres. Del resto de la tierra. Que nos protege en nuestra burbuja individual.
Pero es cristal, frágil por tanto, no lo olvidemos.

El hombre de hierro camina solo, a este lado. A nuestro lado.
En medio de su soledad.
De toda la suma de soledades.

Me gusta la sala, sí. Me gusta la escultura del caminante de Giacometti. Me gusta el pedazo de mundo que está detrás.
Un museo dentro y fuera.
El Lousiana Museum, en un rincón de Dinamarca, al norte de Copenhague.

viernes, 20 de septiembre de 2013

EL 31 Y EL 33



El 31 y el 33 eran los autobuses que tenía que coger cuando trabajaba en el instituto.
Tardaba casi media hora en llegar, así que entraba, saludaba al conductor, me sentaba, de espaldas casi siempre, sacaba mi aparato multiusos, me colocaba los cascos y escuchaba música.
Casi siempre a Juan Diego Flórez, cantando "A te, o cara", de I PURITANI, de Bellini.


http://www.youtube.com/watch?v=7OfGhIbyEa4

Al principio, leía poesía en el autobús, hasta que mis ojos empezaron a no ver bien de cerca, por culpa del mismo aparato multiusos y de mí misma por utilizarlo demasiado.

Poesía y música eran una buena compañía para empezar el día después de un buen desayuno. Así llegaba al trabajo relajada, limpia, y llena de buenas y positivas vibraciones.
O sea, llena de poesía y de música.

Ahora ya no voy al instituto, y apenas cojo el 31 y el 33. Claro que el 31 y el 33 ya no son el 31 y el 33.
Han cambiado  el nombre de su trayectoria: el 33 ahora va de VENECIA a DELICIAS y viceversa. Antes iba a los PINARES DE VENECIA. En realidad, terminaba en lo que fue la cárcel, y ahora es una plaza con otra cárcel. Pero quedaba mejor lo de los Pinares de Venecia, porque el final estaba cerca de los pinares a los que yo iba cada domingo con mis padres, a jugar, a andar, a hacer la comida para los zorros, cuando era pequeña.
Ahora han quitado lo de "Pinares" y han dejado "Venecia". Así que ha quedado un nombre precioso para el trayecto: VENECIA-DELICIAS.

Precioso pero mentiroso. A una parte del barrio se la llama Venecia porque aquí hay un canal. El mismo que da nombre a este blog, por cierto.
Cuando subo al 33, sé que no voy a Venecia, sino a mi casa, que no es el Palazzo Ducale.
El 31 ya no va donde iba. Ahora se queda en La Aljafería. Ya no va hasta Delicias. No me pregunten por qué: no tengo ni idea. Las razones habría que preguntárselas a los responsables de urbanística y movilidad de la ciudad. Pero no tengo el gusto, o el disgusto más bien, de conocerlos.

Han cambiado muchas cosas en el 31 y en el 33. Los trayectos, mi poca presencia... Pero lo peor de todo es que están despidiendo a más de 100 conductores.
Esas personas que hacen posible que vayamos y vengamos todos los días. Los que nos saludan. Los que nos devuelven una sonrisa a pesar de que están trabajando en unas condiciones cada vez peores. Los están echando de sus trabajos porque alguien, o "alguienes" lo han decidido así.

Si mi abuelo Paco levantara la cabeza, probablemente sería el primero en manifestarse. Como lo fue hace muchos años. Y casi le costó la vida unos años después, durante la guerra. "Alguien" no se olvidó de que había luchado por sus compañeros.
O "alguienes".

Y es que mi abuelo Paco, al que no conocí en vida, fue conductor de autobuses. De los autobuses de Zaragoza.
Cuando había tranvías de verdad, y trolebuses de verdad. Como el que conducía mi abuelo Paco.
Porque, ¿sabéis por qué se manifestó mi abuelo Paco? Pues porque no le gustaban nada los tranvías: decía que era muy fácil atropellar a alguien, porque el conductor no podría en ningún caso evitar a un peatón que se le cruzara.
Y eso le quitaba el sueño al abuelo Paco.
Porque mi abuelo Paco era un buen hombre.
Yo nací demasiado tarde y ya no lo conocí.
En vida.
Algún día os contaré porque escribo esto de "en vida"...
Aunque creo que ya lo he contado en alguna entrada del otro blog.

Lo comprobaré.





 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

CONCURSO DE CANTO

En Zaragoza a veces ocurren milagros. Sobre todo en septiembre. Antes de que se vayan las golondrinas, si es que las hay aún en la ciudad. Yo ya hace tiempo que no las veo.

Desde hace ocho años, se organiza en la ciudad el CONCURSO INTERNACIONAL DE CANTO MONTSERRAT CABALLÉ. Eso hace que se paseen por Zaragoza cantantes de todo el mundo. Y que la gran señora de la ópera, Montserrat Caballé nos ofrezca su presencia, sus comentarios, sus clases magistrales abiertas al público.


Enlace permanente de imagen incrustada
En la foto, con Roger Alier y Mirta Lacambra,   miembros del jurado y con algunos de los finalistas de alto nivel. Como cada año.

En esta ocasión, la ganadora ha sido NADINE SIERRA, joven soprano de 25 años, de los Estados Unidos.
¿Qué puedo decir de ella? Que es una gran cantante con una seria trayectoria profesional en el mundo de la ópera, a pesar de su juventud. Que nos encandiló a público y a jurado con su maravillosa voz, su impecable técnica, su presencia escénica.
Y después de cantar y de ganar, con su amabilidad.


Enlace permanente de imagen incrustada
En la foto, Nadine Sierra con mi amiga Marta y conmigo. Una foto para la historia. Porque oiremos hablar de esta joya de la ópera. Le auguro un gran futuro, y estoy segura de que enseguida la veremos cantar en los grandes teatros de ópera del mundo. Porque Nadine Sierra está al nivel de las divas de grandes nombres del momento actual.

Una gran voz. Belleza en el escenario.
En el aire del Auditorio de Zaragoza.
Si la queréis escuchar, en YouTube canta "Caro nome", de Rigoletto (Verdi), o "Je veux vivre" de Romeo et Juliette (Gounod)

http://www.youtube.com/watch?v=NI52sIqo2Dg

http://www.youtube.com/watch?v=pfuiPp5p0XY




Que disfrutéis de su belleza.
Gracias a Montserrat Caballé por organizar su concurso y sus clases magistrales en Zaragoza y darnos la oportunidad de disfrutar unos días de belleza y talento en nuestro ciudad. Muchas gracias.
 

martes, 10 de septiembre de 2013

ÓPERA, VERDI, CONCURSO, UN CAPUCCINO...


Enlace permanente de imagen incrustada
Ayer se inauguró la Exposición sobre Verdi, organizada por la Asociación de Ópera de Aragón, que preside Alejandro Martínez. Pudimos disfrutar de vestuario operístico verdiano, de hermosas fotografías del compositor y de representaciones, de filmaciones históricas, de discografía, libretos, programas de mano, carteles de época en los que figuraba Miguel Fleta, por ejemplo...
Y magníficas explicaciones sobre el compositor, la época y su obra.
No se la pierdan. Está en Aragonia.
No me gustan los grandes centros comerciales convertidos en sustitutos de la plaza del pueblo, o de la Calle Mayor, pero es lo que hay. En Aragonia vi por primera vez a Jonas Kaufmann. No en carne y hueso, ya lo siento yo, no, cantando la histórica TOSCA del Covent Garden, en casi directo. Así que ya ven, en los centros comerciales pasan cosas mágicas también.
Y ahora, Verdi. Nada más y nada menos.
Disfrutarán la exposición.


Enlace permanente de imagen incrustada

Antes no me gustaba el café. Bueno, sigue sin gustarme su gusto amargo. Para amarguras ya tenemos bastantes a nuestro alrededor, sin necesidad de metérnoslas en boca, que no en vena. Pero en los últimos veranos, me he aficionado al capuccino. Cuando llegamos a una plaza mayor, de pueblo o ciudad, nos gusta sentarnos, disfrutar del ambiente, aterrizar unos minutos en el lugar antes de emprender el primer paseo. Y nada mejor que hacerlo ante un buen capuccino. Lo malo es que fuera de Italia no es tan fácil encontrar eso, un buen capuccino. Yo estoy contenta porque, por fin, he encontrado uno muy bueno, que puede competir con los que me tomo cuando voy a Genova, en la via XX de settembre que son, casi todos, deliciosos. Y este en Zaragoza, en un lugar por el que paso muchas veces. Entre exposición de Verdi y concierto operístico, un buen capuccino es una buena invitación a los placeres, pequeños, que nos podemos permitir, en este mundo en el que tanta gente mete la pata y nos amarga, si no el café, si la leche.

Enlace permanente de imagen incrustada

Este es el Auditorio de Zaragoza, donde estas tardes se puede disfrutar de muchas voces maravillosas, de cantantes jóvenes de ópera que vienen de todo el mundo para participar en el Concurso Internacional Montserrat Caballé. Si esto no fuera Zaragoza, o España, la noticia saldría en el Telediario, porque el evento es importante y lo merece. Pero aquí estamos muy entretenidos en dar cobertura a la corrupción y a desastres varios y variados, en vez de detenernos, aunque sea un poquito, a hablar de las cosas buenas que pasan. Jóvenes sacrificados que viajan de allende los mares para cantar en Zaragoza. Aquí. Y casi nadie les hace caso.
Un jurado internacional que se pasea por Zaragoza, que pone sus pies por esta ciudad, y que nadie les hace caso.
El año pasado paseó por la ciudad nada menos que Cheryl Studer, la grandísima soprano, miembro del jurado. Nadie se enteró. O casi nadie.
Hace dos años, fue Elena Obratzova, una de las más grandes mezzosopranos de la historia de la humanidad, también se paseó por Zaragoza y saludaba amablemente al público que asistíamos a las eliminatorias del concurso. Casi nadie se enteró, porque aquí, estamos tan acostumbrados a mirarnos el ombligo, que no nos damos cuenta de las cosas, importantes, que pasan a nuestro alrededor. O sea, en el verdadero ombligo.
Por ejemplo, estos días en el Auditorio.
Si pueden acudir, no se lo pierdan. Que además, las eliminatorias y la semifinal, son gratis.
Ya ven...



 

domingo, 8 de septiembre de 2013

FETICHISMO O SENTIDO COMÚN

Enlace permanente de imagen incrustada
Postal de felicitación de los años 20, de fabricación francesa.

Los armarios de las abuelas siempre dan mucho de sí. De niña me encantaba jugar con todos los objetos que se escondían en aquellos rincones. Cajas, que entonces me parecían enormes, llenas de viejas postales, de viejas fotos, de viejos libros: los de mis padres y los míos de cursos anteriores.
Ayer volví al armario de la abuela, y volví a encontrar otro cachito de la magia que sigue escondiendo.
La magia con sus secretos. Incluso esos que los mortales nos llevamos a la tumba.
Encontré algunos de mis viejos libros. No los que siempre me acompañan en mis estanterías de todas las casas que he habitado.

Enlace permanente de imagen incrustadaMis libros de COU.

 No. Otros más antiguos, de mi lejana EGB. De ellos también aprendí mucho, y los conservo. Porque aprendí mucho en ellos, con los maestros que tuve, y también aprendí a respetar el conocimiento que me procuraban. Por eso los conservé: porque conservar el libro era también conservar el conocimiento que había dentro de él. Y que perdura dentro y fuera de mí, mientras que me asista la consciencia.
Ahora veo los bancos de libros. Escucho conversaciones de madres. Por ejemplo, hace dos días en el autobús: hablaba por teléfono con alguien a quien le contaba que los libros que le habían "tocado" a su hijo estaban llenos de escritos con bolígrafo, olían a tabaco rancio, tenían manchas de grasa... En fin, que estaban mugrientos.
Me paseo por centros educativos donde los alumnos y sus padres compran y venden los libros en los que han aprendido durante todo un curso. Se desprenden de ellos como si fueran una enfermedad. Ellos no los guardarán en las estanterías treinta años después. Y tampoco guardarán lo que aprendieron con ellos, porque lo meterán todo en el mismo saco: el continente y el contenido.
Y así nos va. Y así nos irá.
Existe una cosa que se llama BECA. Cuando yo era niña, y mucho después también, las familias que no podían pagar los libros tenían una beca. Recibían los libros gratis. No prestados para ser devueltos. No. Eran para ellos. Y los conservaban. Y los apreciaban como fuente de conocimiento que no caducaba en junio. Y las familias que podían pagar los libros los compraban.
Y todos los niños tenían SUS libros. Porque así debe ser. Que el continente y el contenido no se diferencian tanto.
Ayer encontré mis viejos libros en el armario de mi abuela. Los toqué. Los abrí, los olí. Guardaban mi olor de entonces, el de mi familia, el de mi casa.
También encontré viejas postales de felicitación de mi abuela. De papel coloreado. Postales llenas de viejas historias.

Enlace permanente de imagen incrustadaAños 20, fabricación española.


De viejos secretos.
De palabras y de papel que permanecen en el tiempo. Con su pátina, su perfume y su realidad.
Enlace permanente de imagen incrustada
Postal de felicitación de los años 20. De fabricación francesa.



 

martes, 3 de septiembre de 2013

¡GRACIAS!

Enlace permanente de imagen incrustada
Bueno, la imagen me sale fatal, porque soy torpe con las nuevas tecnologías, como casi todo el mundo sabe, o sospecha.

El caso es que hoy he recibido la edición número veinte, 20,20,20.....
de mi primera novela, EL MEDALLÓN PERDIDO.

Y como es una noticia que me hace muy feliz, os la cuento.

Y desde aquí les doy las gracias a todos los lectores que han hecho posible que haya llegado este momento.
Y a la editorial ANAYA en pleno: sus editores, sus comerciales, sus responsables de prensa. En fin..., todos los que habéis confiado siempre en esta historia que a mí, como sabéis o sospecháis, me es tan especial por muchas razones.

A todos, GRACIAS.
 

domingo, 1 de septiembre de 2013

CUANDO TE BAÑAN DOS MARES

Enlace permanente de imagen incrustada

La primera vez que estuve en esta playa no había nadie. Casi nadie. Solo un hombre joven que había pasado allí la noche, bajo las estrellas. Tenía un cuaderno y tomaba notas. No hablé con él, pero yo también escribí tiempo después un relato en el que aparecía el misterioso caminante.
Al editor al que se lo mandé le pareció que era un relato demasiado "blando" y no lo publicó. No sé qué quiere decir que algo literario es "blando", y tampoco me importa mucho. Cada uno escribe lo que siente en cada momento. ¡Solo faltaría!
Esta es la playa de Skagen, en Dinamarca. En la punta norte de Dinamarca, allá donde confluyen dos mares. Cada pie puede ser bañado por un mar diferente.
La segunda vez que estuve hice esa foto. Yo soy la de la mano en sombra en el extremo inferior izquierdo. Aquello parecía una peregrinación, como las del Himalaya. Una fila de caminantes y de vez en cuando un búnker alemán de la guerra. Los construyeron para vigilar las costas suecas, que están enfrente.
Miré a mi alrededor. Aquel caminante solitario con el que crucé la mirada hace años ya no estaba allí. El paseante que quiere disfrutar el sonido casi imperceptible de las minúsculas olas tiene que caminar sobre ellas al amanecer, cuando no han llegado aún los turistas.
Los turistas, que invaden todo, hasta las playas hermosas y de aguas frías en las que no se ponen sombrillas.
Y donde todo el mundo hace fotos.
Hasta yo...